¿Cómo practicar la oración consciente?

Desde el principio de los tiempos, los hombres y mujeres practican algún tipo de ritual para acercarse a las divinidades.

Los católicos hemos recibido, a través de las Santas escrituras, las instrucciones de como rezar y de porque hacerlo.

Católicos conscientes es un libro de estudio de la oración consciente y el Mindfulness aplicado a la oración

¿Podemos inspirarnos del Mindfulness durante la oración ?

Para practicar la oración consciente necesitamos:

  • Postura
  • Respirar conscientemente
  • Anhelos espirituales
  • Recuerdo de si, estar presentes, conciencia Silencio físico y mental
  • Fe
  • Soledad
  • Sinceridad
  • Humildad
  • Devoción
  • Fervor
  • Concentración
  • Imaginación conciente
  • Imaginación
La oración meditativa nos lleva a un estado de paz interior reforzado

Al entrar en el cuerpo de la oración, la imaginación es una ayuda extraordinaria. Basta con formar en la mente una imagen muy sencilla: una estrella de cinco puntas, una cruz, u otra imagen similar. Pero no es bueno entretenerse en formar escenas complicadas ni luchar por ver detalles con nitidez, porque eso estorba a la oración, y el objeto de la imagen es ayudarnos a centrar la oración en nuestro Real Ser.
Las cinco etapas de la Oración:
La experiencia y la practica constante de la oración nos muestra que se desarrolla en cinco etapas:

Primera etapa:

De las palabras huecas. No es la oración sin forma, sino deformante, esto es la no-oración. No podemos considerarla oración, no merece este nombre, pero como es un tipo de oración muy difundida, nos vemos obligados a mencionarla, mecánica, inconciente, repetitiva, hueca, de apariencia, por compromiso, muy externa. También el cuerpo físico debe aprender a orar.


Segunda etapa:

Cuando la oración se transforma en monologo. Cuando al orar, de tanto en tanto nos damos cuenta que hablamos con nuestro Padre que está en secreto y no nos percatamos mínimamente de lo que decimos, y relegamos a Dios en la lejanía, sin considerarlo como presente, sino como una realidad lejana de la estratósfera, ausente y lejano, entonces estamos monologando, revoloteando en el vacío de la inconciencia. Adormece la conciencia. Aquí el centro de nuestra oración es nuestra humana personalidad. El camino más sencillo consiste en aprender a dar gracias por todo.


Tercera etapa:

El dialogo. Hemos llegado al reino de la oración. Cuando logramos establecer un dialogo con nuestro Dios interno. Cuando comprendemos y sentimos nuestra oración y sentimos a nuestro Ser interno como fuerza viva y presente, que nos atiende, que nos ve, que nos ama, que nos escucha. Cuando se produce este dialogo, también nosotros nos sentimos personas vivas, nos comunicamos con Él y Él verdaderamente se comunica con nosotros. Así la oración se enfervoriza, en ella nos enfrentamos con nuestros problemas con fe y escuchamos a nuestro Padre que está en secreto. Comienzo a obtener resultados. Se combina sabiamente con la meditación del momento presente y con atención plena. La oración es una relación personal con tu Dios Intimo: es una relación “Yo-Tú”.


Cuarta etapa:

Escucho. El corazón de la oración es saber escuchar. Para llegar a esta etapa se requiere el entrenamiento constante y partir de la purificación, es menester trabajar sobre el orgullo, desarrollar la virtud de la humildad. Además, hay que hacer la verdad. Trabajar también sobre la mentira, la falsedad y llegar a ser verdad. Nuestro Real Ser no entra en conversación hasta tanto no aprendamos a quitarnos la careta. He aquí la primera y la mas importante operación: decirnos la verdad, ahondar en la verdad, hacer crecer la verdad en nuestro interior. Enfrentar nuestra miseria con mucho valor. Llamar al pan, pan y al vino, vino. Dios Padre es la verdad y quien miente se aleja del Padre. La oración es hacer penetrar la potencia de nuestro Dios interno hasta nuestra vileza y debilidad.


Quinta etapa:

La oración es ante todo una experiencia de Amor conciente y universal. Es la medula de la oración. Se da cuando la oración se simplifica absolutamente, porque se transforma en amor conciente. Cuando se hace vida en el aquí y ahora. Cuando la oración se cambia en abandono absoluto, en aceptación incondicional, a la voluntad divina, con rendición al momento presente. Perdonar antes de ponernos a orar. Cuando la oración es acción, donación, entrega, aceptación, rendición. Capacidad de abandono a la voluntad de nuestro Real Ser. Cuando ya sobran las palabras por entorpecedoras, retardantes y complicadas. Cuando basta percibirlo, escucharlo, comprenderlo y sentirnos convertidos en amor universal. Cuanto más sea la oración un saber escuchar y sentir, tanto es más rica, más hecha de amor conciente, más calificada. Se encuentra edificada en la solidez, en la obediencia seria a la voluntad de nuestro Dios interno. La oración es un intercambio de amor universal con tu Dios vivo íntimo.


Orar y meditar te transforma hasta en lo más íntimo de tu ser. Orar es una conversación con tu Dios vivo íntimo. Es el momento de más calma del día, y, en mi caso, el de primera hora de la mañana, poco más de las seis, y el agua de la ducha caliente cayendo despacio sobre los hombros.
Orar es una fotografía en sepia, un regreso a la casa de tus abuelos y al tiempo sin tiempo de tu infancia.
Es un Padre Nuestro platicando con Dios para que te ayude en los exámenes. Es el refugio del frío, y el silencio acogedor. Orar es tener memoria.

Mindfulness y la oración diaria


Orar es lo que va antes del trabajo o después del trabajo, y lo que nunca lo suplanta
Es lo único que puedes hacer cuando ya no puedes hacer más, y es la forma de comprometerse de quien no tiene otro medio de hacerlo, como cuando rezamos por un enfermo que se va a operar y ya está todo en manos del cirujano (y de Dios).
Orar hace milagros, ofrece consuelo al que reza y a aquel por quien se reza. Orar nunca es inútil, porque siempre conforta.
Orar es decir rezaré por ti y, también, reza por mí. Y es, por tanto, lo contrario a la vanidad.
Orar es la aceptación de tus limitaciones. Es aprender a resignarse cuando lo que pudo ser no ha sido. Es vivir sin rencor, aprender a olvidar, aceptar la derrota con dignidad y celebrar el triunfo con humildad.
Orar es buscar las fuerzas si no se tienen y confiar en que las cosas van a ser como deberían ser.

Orar es optimismo, no dar nada por perdido, luchar y resistir. Orar es fragilidad y entereza.
Orar es desconectar y apagar el móvil. Es introspección en esta sociedad del exhibicionismo. Es relajarse y calmar los nervios. Y prepararse mentalmente para lo que ha de venir. No es solo buscar el coraje, sino también la inspiración, la idea, el enfoque, la luz, el claro en medio de la espesura.
Orar es razonar, aunque parezca lo más irracional que haya. Es la mente funcionando como cuando juegas un partido de tenis. Es planificar y anticipar las jugadas. Es abstracción en los tiempos de lo concreto y lo material. Es pausa en un mundo excitado. Es calma cuando todo es ansiedad. Y es aburrido en la dictadura de lo divertido.
Orar es una forma extrema de independencia.
Orar es un placer oculto, que se reserva para la intimidad. Un acto privado, y casi a escondidas, que, cuando se hace acompañado, necesita mucha confianza.
Orar es una declaración de amor por la persona que tienes en tus rezos. Es derramar tu cariño sobre los que más quieres y sentir el cariño de los que rezan por ti.
Orar es tener a otros en tus oraciones y estar en las oraciones de otros, que es mucho más que estar solo en su memoria.
Orar, y sobre todo que recen por ti, es la mayor aspiración que uno puede tener en la vida. Un privilegio inmenso. Es querer tanto a alguien como para orar por él, y que alguien te quiera tanto como para rezar por ti.
¿Cabe mayor orgullo? ¿Existe mayor plenitud que la de saber que hay una madre, un hermano, un hijo o un amigo que quiere que Dios te proteja, y te dé salud, y te ilumine, y te ayude, y te acompañe, y esté siempre contigo?
Orar es tener fe. Tener fe en la vida, en las personas, en tus amigos, en tus hijos, en tus padres, en Dios.
Orar es un súper poder que nos predispone al bien.
Orar es creer y ser practicante de un mundo mejor

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